Este viaje inicia con una sombra más alta que yo en la terraza de mi departamento, disfrutando la intensa lluvia cristalina la noche antes de salir de viaje, miedo deslizándose en mi torrente sanguíneo, nuestro primer roadtrip y nuestro último, las prisas por salir puntuales a las cinco de la mañana, curvas, rebases, adrenalina, hacer un buen equipo, disfrutar la carretera, el cambio de los ecosistemas, creerte invencible y pensar que tu equipo es para siempre, llegar superando miedos (que al final no eran tuyos) completamente feliz y cansado a un hotel sencillo (sencillo no es sinónimo de barato) pero mágico proporciona una sensación de paz y autorrealización indescriptible.
La declaración de intenciones de Thompson Zihua es clara, te otorga desde que llegas una sensación de calidez e intimidad , con un lobby pequeño , sencillo y nada suntuoso , apenas lo necesario para sus 56 habitaciones, manteniendo los colores negros, sobrios y refinados de la marca pero sin el lujo excesivo que se encuentra en su homónimo de los Cabos, es claro que en este hotel apuestan al clásico "menos es más" , una bienvenida simple, drinks de cortesía, y habitación lista al medio día, agradecimiento inmenso después de esa manejada infinita, y claro, la bienvenida no podría estar completa sin la aparición del chef Alessio, han pasado ya más de tres meses desde que visité Thompson Zihuatanejo y me ha costado trabajo encontrar el adjetivo correcto para definir al chef, lo conocí en Andaz Condesa un tiempo antes en su introducción al mundo Hyatt y lo considero una persona compleja, a la vez sencilla, y sin embargo honesta - lo sé, contradictorio- un hombre alto, robusto, fuerte, tenaz, alegre, pero sobre todo con una mirada penetrante, quizá la ha desarrollado así para darse su lugar en el mundo, posiblemente el adjetivo más apropiado para definir a mi querido amigo Alessio sería sagaz, una chulada de hombre, si van a Thompson Zihuatanejo, además de su espectacular cocina no deben de desaprovechar intercambiar una conversación con él.
BS3, mi corazón se transportó a ventanas al paraíso, una de las habitaciones más preciosas en las que me he quedado hospedado, sencillamente no deseas salir de ella, piscina privada, terraza al aire libre, sala cubierta, baño amplio, todo con el toque Thompson, sobrio, sencillo y hacendoso, nada que desentone, no hay vecinos, cada una de las habitaciones se encuentra en pisos separados, la privacidad y la intimidad es envidiable, es de esas habitaciones donde puedes construir recuerdos, memorias, de esas que te sostengan en los días oscuros, siguiendo la línea de Zihua , la amenidad enviada por Gerencia es simple, pero es en esta simpleza de un mezcal artesanal donde se encuentran notas golosas a México, al igual que en los bocadillos que acompañan al mismo, me invitan a quedarme en la habitación y con mi pareja a construir una velada memorable, a disfrutar cada momento juntos. Si eso no fuera suficiente, fuera de la habitación, aguardan pacientemente pasillos arbolados, jardines, palmeras con murciélagos, fuentes y lagunas, rincones que te recuerdan que, debajo de tus ropas algodonosas eres insignificante y las palmeras y los murciélagos seguirán habitando este maravilloso hotel, aún después de tu partida, el resort es tan magnánimo que lo comprende y en vez de espantar al ecosistema, ha construido alrededor de él, y con el cambio de marca a lo largo de los años, respeta la naturaleza y la reverencia, ese es el ultralujo, lo ovaciono aquí, la propiedad te invita a disfrutar sus piscinas y quedarte flotando, abrazado, fundido con tu pareja a disfrutar en la alberca de adultos de uno de los más bellos atardeceres que he visto, el sol ocultándose, coqueteando contigo, porque aquí se va sin querer irse, se despide suavemente y no tajante (como me gustan las despedidas), es un atardecer especial que jamás había presenciado y que guardo intensamente en mi memoria y mi corazón.
¿Necesitas aderezar esto con algo más? La magia de Thompson Zihua es que el destino habla por sí mismo, bueno, menos que hablar, susurra a tu oído, como cuando tu pareja lo hace y te lleva a las estrellas, así, a ese nivel, pero si aún necesitas más placer, puedes recurrir al chef Alessio, fuente inagotable de placeres gastronómicos, de esos que valen la pena, no olvido bajar de la mano de mi pareja para ir a cenar y encontrar la sorpresa de una mesa elegantemente dispuesta frente al mar, el "setup" más sencillo pero a la vez exquisito, el juego de platillos fue soso y simple, jugó a ser interminable y seco pero el momento frente al mar queda grabado para siempre en la memoria, si esto no es suficiente, la experiencia más afrodisiaca de todo el hotel es solicitar una clase de cocina, sumamente privada con el chef, Alessio dispara como un francotirador en un campo de batalla, no se mide con todo su arsenal, una combinación de culturas, su sazón italiano añadido con su conocimiento norteño, su pasión por cocinar, búsqueda por ingredientes frescos y por supuesto, adaptación de la cultura local de Zihuatanejo, me fascinó ser atacado por todos lados por Alessio, mis flancos fueron superados por el guacamole auténtico con los toques frutales y atrevidos del chef, a mi retaguardia le ganó el ceviche y las tiritas de pescado y mi vanguardia fue invadida por ese delicioso zarandeado, al cuál le huía pero después de haberlo probado de la mano de Alessio, ahora me declaro admirador, es tanto el placer que invadió mi corazón en ese momento que me permití juguetear con mi pareja y no frenar las margaritas , una comida de ese nivel tenía que ser emparejada por buenos cocteles, sin duda.
Playa la ropa, una bahía juguetona, como éramos nosotros, en nuestros mejores momentos, nos gustaba jugar con el mar, con las olas, como si pudiéramos controlar lo incontrolable, atrevidos en una de esas el mar se llevó mis lentes, sencillos, simples, me gusta pensar que Thomson Zihuatanejo me dejó, al igual que la mayoría de mis viajes, una lección de vida, Amélie Nothomb lo menciona en la Metafísica de los tubos, algo así como; "todo lo que se nos da, se nos será quitado", y no hablo de los lentes, Thompson Zihua presenció el ocaso de una relación, y nuestros conscientes eran tan tontos que no lo sabían, pero nuestros subconscientes sí y ellos aprovecharon cada momento para que nuestras almas pasaran cada íntimo instante juntos en un viaje lleno de felicidad que el chef Alessio supo posiblemente anticipar y encausar con momentos de inmensa alegría , llevo en la memoria a Thompson Zihuatanejo con esa sombra frente a la lluvia cristalina, con esas 14 horas de carretera de un buen equipo, ese setup de cena romántica frente al mar y sobre todo aún aparece en mis sueños esa sonrisa de A, esa auténtica sonrisa en la clase de cocina con Alessio, de esas que causan arrugas, y me siento bien porque fue feliz y fuimos felices.
Pocas propiedades son únicas por ellas mismas, Thompson Zihua, una de ellas.
28 de Agosto 2023, Querétaro, Qro. Edwin CQ.
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