top of page

Uno más.

  • Foto del escritor: Edwin CQ
    Edwin CQ
  • 22 nov 2023
  • 5 Min. de lectura

Me han pedido escribir una vez más, una petición agradable y a la vez fastidiosa, entiendo que es interesante la idea de seguir sublimando mis pensamientos pero accedí a regañadientes, no me gusta hacer nada coaccionado, así soy, berrinchudo, caprichoso, como siempre.

¿Por qué no he escrito?

He estado absorto, además de en mis pensamientos, en la limpieza exhaustiva del cagadero que hice estos últimas semanas, meses o quizá años, es demasiado demandante. Ahora que lo pienso, es bastante curioso que la palabra aparezca en este momento mientras escribo, el que demanda tiene una razón para exigir y hacer valer sus derechos, así me describieron en un correo interno, en ese hotel decadente del que tanto he hablado mal y qué ahora todos se preparan para abandonar el barco, un barco que se hunde, uno centrado en lo material en el capitalismo, en dinero antes que la persona.

En dinero antes que la persona, eso también me recuerda a mí, o posiblemente a mi antiguo yo.

¿Acaso yo también me hundo?

¿Como ese hotel, como yo mismo?

Sé brillante, me decían constantemente, ¿Brillante para ocultar lo putrefacto que era mi interior? (al igual que el mismo de la persona que me lo decía sugerentemente, apasionadamente, aspiracionalmente) Ese brillo de oro pulido de afuera, que asombra, roba miradas, te enardece, te hace pensar que eres invencible y poderoso, pero en realidad, no lo eres. Ideales ajenos, robados, no tomados, ahora rechazados, sí, ya he hablado de eso anteriormente, ya hasta cansa, como la idea ajena que de tanto analizarla, se agosta y se diluye.

Agostar, el otro día conocí esta palabra leyendo a Bernhard Schlink y en mi ingenuidad e ignorancia (porque hay que reconocer que sigo siendo ignorante, supongo todos lo somos) pensé que dicha palabra estaba mal escrita, pertenece al contexto de agotar, de finalizar, de terminar, de concluir, pero más profundo, de un cierre paulatino, poco a poco, cuando te acabas los recursos muy lentamente, casi como si no te dieras cuenta, así como a cuenta gotas, particularmente me encanta la segunda definición que defiende la RAE, es algo así como consumir, debilitar, terminarse las cualidades de alguien, pero no solo cualquier tipo de cualidades, sino las físicas, las morales, la vitalidad, la energía de vivir.

Agostar, pienso que esa palabra me define, me he sentido agostado todo este año, y creo la palabra hace mucho sentido, realmente además de estar agotado, mis cualidades se han diluido, se han consumido pero no solo eso también mis debilidades y la persona que creía que era o debía de ser.

Schlink con su prosa envidiable y con su arrogancia propia de su escritura me hace ver la realidad y sentirme no solo identificado, si no que su libro me aprehende y se enlaza en lo más profundo de mi inconsciente.

Necesité unos minutos para reponerme a la severidad, magnitud y potencia de mis emociones al descubrir esta palabra y como se adaptaba en mis circunstancias, también necesité un tiempo fuera para evitar victimizarme y comprender que si me he agostado ha sido por mi culpa, pero dejando a un lado la fantástica e inseparable culpa, ha sido mi decisión, consciente o inconscientemente, y eso creo es lo más valioso que me ha pasado,(consumir al monstruo y al héroe) valioso, no de la forma que podemos medir objetivamente, sino de aquella que no podemos describir. Cuna, cada vez que lo pronuncio y pienso en ese restaurante me embriaga ligeramente ese aroma materno, como a chamarra de piel con brandy con unos toques seductores de madera fina, la locación efectivamente cuenta con mucha madera e intentos de hacerte sentir en ambiente yucateco, sin embargo, carece de ese apapacho materno, ahí estuve por tercera vez hace unos días. ¡Claro! No podía dejar pasar la oportunidad de una cena elaborada por el chef insignia y otros dos invitados en un festival sonadito en Mérida y participar en el desfile de los platillos, no solo como espectador sino como, comensal, escribes sobre eso ¿o no Edwin?

La comida merece menos líneas que mis sentimientos, emociones y acciones relacionadas con esta cena, en primer lugar acudí sumamente acicalado, (como un gato en celo) sin accesorios más que una pulsera sencilla que me gusta mucho (he dejado de usar relojes, y cualquier otro símbolo de poder que me adorne) pero aún así utilicé las ropas sedosas, caras, de esas de diseñador que nutren las inseguridades de quien la usa, me aseguré de "oler caro" como decía un buen amigo, aplicarme bastantes productos faciales en mi rostro (irónico) no se si esto último se está volviendo habitual, porque me gusta como me veo o porque quizá así oculto los estragos que la depresión dejó en mis ojos, arrugas finas en mi piel, más acné, cicatrices, es demasiado tarde para cambiarlo.

Me vi en el espejo y me gustó lo que vi, sobre todo mi sonrisa, mi mirada, recuerdo haber pensado que no necesitaba tanto adorno.

No necesitaba tanto adorno. No suelo adornarme, ¿Lo hice quizá para mostrar poder en un lugar ajeno a mi, para pertenecer, encajar en ese lugar que ya se que no me pertenece? Porque en los lugares que ya me pertenecen, no necesito adornos.

Cómo sea, la cena fue una decepción, no por la calidad de la comida, la misma era buena, más de lo mismo, más de lo ya conocido, contrastes de sabores, montajes dignos de un all inclusive de lujo, pescado mantequilloso, la clásica pizza de aguacate que hizo al chef famoso, y largos etcéteras que aburrirían al lector, lo interesante aquí (además del pastel de elote con notas al pastel de mi madre -lo mejor de la cena) es que, todo me resultó asqueroso, la falsa cortesía del mesero, los ademanes fríos de la sommelier, la apatía de la anfitriona, los periodistas estorbando, la intensa malicia del staff por vender, vender y vender, el ambiente me resultó increíblemente aberrante, tóxico, más que eso, ponzoñoso, más nauseabundo que el aliento de Coriolanus Snow (aprovechando la fama actual de la saga) Y es que todo me hizo recordar, así como un electroshock (no de los que me gustan, más bien de esos para tratar la depresión), que por más que tenga para pagar la cuenta no pertenezco a esto, ese no es mi lugar, el lugar donde el lujo es sinónimo de apariencias, frialdad y simplemente, más de lo mismo. De la decadencia disfrazada de oro. De oler caro. De ser brillante.

Espero entenderlo y no regresar una vez más, porque lo familiar es eso que duele hasta el alma y a la vez se antoja, ¿Por qué tener lo mejor si puedo tener esto?


Edwin CQ. Mérida, Yucatán, 22 de noviembre del 2023.




 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
Epístola.

Mérida, Yucatán, a 4 de octubre del 2024. Querida D. Te escribo estas líneas desde mi estudio, ha requerido mucho esfuerzo, pero,...

 
 
 

Comments


Suscríbase a nuestro boletín y no se pierda ninguna experiencia

Gracias por su preferencia. Respetamos su privacidad.

© 2022 por EDWIN CQ | EXPERIENCES

Logo Edwin CQ Experiences 2.png

Contacto

  • Instagram
  • LinkedIn
bottom of page