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Foto del escritorEdwin CQ

Despertar.

Actualizado: 12 mar

Imagino este verbo como el momento en que Paul Atreides bebe el agua de la vida, convirtiéndose en el Kwisatz Haderach. ¿Iniciando quizás el camino hacia su destino?


¿Qué son esas condiciones, circunstancias, que hacen que un hombre abra los ojos?

¿Será acaso desafiar las reglas impuestas? Así como Atreides, atreverse a beber el agua que los hombres no debemos tomar.


¿Qué se necesita para despertar?


Para eso, pienso principalmente en el sopor característico del sueño. Esta etapa donde la conciencia está obnubilada, anulada pero sostenida por el inconsciente, ese momento en que podemos hablar a través de un puente con nuestro yo interno, aquel que solamente se asoma con timidez y es perceptible durante el análisis. Sin embargo, es diferente a estar dormido en vida, esto es algo así como dejarnos llevar por la corriente, tomar decisiones no propias y vivir en un estado semiautomático, a la deriva, conectado a un sopor que es incapaz de ser enlazado con nuestro inconsciente.


¿De qué sirve tener metas y alcanzarlas cuando realmente no son tuyas?


Despertar es, posiblemente, volver al sueño y regresar. Las regresiones son violentas, convulsas, peligrosamente mortales, Atriedes apena logra sobrevivir a ellas cuando se atreve a despertar. Quizá por eso a los hombres nos prohíben hacerlo.


¿Se puede sobrevivir a enfrentar tu propia locura, intentar contenerla en un frasco, como el agua de la vida?


Mi propio despertar tardó 2 años, y empieza con esta frase:

Me voy, porque me aterra que estés dispuesto a darme lo que sea, con tal de quedarme.

En ese entonces aún no era mi psicoanalista, ¿O quizás si?, ¿Será que el análisis comenzó en ese momento? Lo que si sé es que mis recuerdos -imprecisos, pero a veces certeros - proyectan la figura relajada de mi psicoanalista, apoyado en su camioneta blanca, aguantando impasiblemente mi berrinche (de quien después sería su analizante), negándome un capricho. Lo había invitado a jugar y yo, al final, no quise participar en el juego, él siempre lo supo y navegó de manera sublime a través de la mentira, engañándome, haciéndome pensar que yo era el que engañaba, y así, hundiéndonos en la que yo creía que era una profunda conexión, el siempre se mantuvo en su papel de jugador, de participante en la falacia.


Aún lo recuerdo flotando en la piscina, en la que era una pura y sencilla expresión de sus emociones y sentimientos, sin más.


¿Será que el análisis empezó ese día en que me negaron la golosina? ¿Será que no pude soportar que se fuera, se marchara y me dejara solo, no solo, acompañado de Frustración?


Un final, que abrió un comienzo. El aniversario de esto está por cumplirse y mi analista siempre habla que mi análisis lleva casi dos años, ¿tiene este evento algo que ver? En el análisis; todo siempre tiene que ver.


Recuerdo haberme zambullido innumerables veces en su perfil de doctoralia, buscando más información (como si no tuviera ya la suficiente) un intento infructuoso de iniciar el análisis, el respondiendo mis mensajes, poniéndome límites, yo aceptándolos pero sin decidirme a iniciarlo.


Fue a raíz de junio del 22, que de un corte sustancioso, bastante sangrante y doloroso decidí empezar el análisis. Es curioso como de las amputaciones puede surgir algo completamente nuevo, sano, me asombra nuestra propia partenogénesis asexual que ocurre en nuestro cerebro.


Una aventura.


Me gusta pensar en mi inconsciente como si fuera una bestia amorfa, incorpórea solo con su género bien definido, pero profundamente herida, sangrante y lastimada, que, a raíz del corte se levantó embravecida, buscando su lugar en el mundo y con una potencia y capacidad - peligrosamente admirable - de destrucción, autodestrucción y (de manera incongruente) también de construcción. A veces he tenido que calmarla escribiendo constantemente en mi libreta: "cuando decida destruir, es porque voy a construir".


Hemos sido rivales, adversarios, como Romand y su locura, hemos transitado por esta relación de transferencia de manera muy inestable, nos hemos peleado con mis propias ideas alienantes, esclavizantes y masoquistas.


Me gusta ser esclavo pero mi inconsciente puja por ser libre.

Me gusta sufrir pero a la bestia le gusta hacer(me) sufrir.

Me gusta el dinero pero al otro le apasionan las ideas.

Me entusiasmaba acumular materia, al nuevo Edwin le apasiona acumular conocimiento.


Un día vino a matarme, más decidido que nunca y en esa ocasión no lo espanté, le abrí las puertas y lo senté, frente a mi, incluso le ofrecí un espejo, para ver(nos). Aprendimos mucho esa noche y decidimos irnos.


Intentar hacer historia, una romántica, de nuevos comienzos, de un reinicio de la vida, de la lejanía con esas ideas aglutinantes, de escapar del agua estancada.


¿Puede un paramecio sobrevivir en tierra?


Esos ideales del romanticismo, de exaltación, liberación, favorecieron que mi consciente (el paramecio) se enlazara con la bestia de mi inconsciente y aceptaran el reto de irme, de abandonar la cuna, el nido - sí, ese nido de unos brazos y tortura - y todo lo conocido para enfrentarme a: ¿La oscuridad?


Los ideales románticos son inalcanzables, como el famoso mindfulness. La bestia y el paramecio se enfrentaron con el absurdo de Camus, fui enfrentado a lo imposible, la felicidad tóxica, adicionados con la soledad apabullante, la distancia, el aislamiento y el exilio.


¿Acaso pensaba mi inconsciente que el exilio en Dagobah fue romántico?


Me han dolido los finales, las conclusiones, las pérdidas, mis noches son muchas veces una combinación de calurosas lamentaciones yucatecas, acompañadas de mucho sexo, alcohol y el susurro de Honeymoon en mi mente:

But nobody warns you before the fall...


Im facing the greatest

The greatest loss of them all.


I want shit to feel just like it used to.


I guess that I'm burned out after all.

Lana del Rey (2019). The greatest [Canción]. En Norman Fucking Rockwell . Universal Music Operations.


La bestia es feliz con las pérdidas, muy Lacaniano, "lo mejor que puede acontecer a un ser humano son los destrozos de su existencia" (Haddad, 2006). Mientras tanto, el paramecio quiere volver a su espantosa agua estancada y busca desesperadamente todo lo que le recuerda a ella, el sabor del tinto, las burbujas caras de champaña, el calor de innumerables hombres, la esclavitud - aparente - en hombres y del dinero, la conexión (inexistente ya) con esas ideas que apestaron el agua en una primera instancia.


Pero la bestia y yo ya estamos sumamente conectados, interconectados, enlazados y nos rebelamos ante el dolor que supone volver a la brillante mierda, sufrimos, colapsamos y nos preguntamos sobre:


¿Por qué el exilio?

¿Qué queda cuando todo se va?

¿Hay algo más allá de la mierda?


Hace dos años comenzamos a beber el agua de la vida, pero es hasta hace un par de semanas que su efecto pasó del más puro dolor sangriento a certeza omnipresente, finalmente, la bestia y yo afirmamos que lo sustancioso es lo inmaterial y afianzamos, en una sesión sumamente turbulenta, mientras éramos confrontados con el pasado, con las decisiones creacionistas que tomamos de NADA, que la decisión para apoyarnos en nuestra vida está en lo que más admirábamos.


Desde el principio.


Y me sentí poderoso por primera vez desde hace mucho tiempo, poderoso no por mi capacidad de destrucción, no por mi potencia para levantar imperios, no por la cantidad de dinero que logré acumular, si no, por que finalmente desperté y descubrí el camino.


Yo marco el camino.


Este es mi despertar.


Edwin CQ, Mérida Yucatán, 11 de marzo del 2024.



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