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Foto del escritorEdwin CQ

A flor de piel

El título hace referencia a una canción de Julio Iglesias (bastante aburrida, por cierto), también a una novela de Javier Moro y a una florería en Mérida (arruinada en google por un comentario soso, sin sentido), sin embargo la canción la desconocía hasta el día de hoy, el libro no lo he leído y menos he comprado flores en dicha florería, pero así tituló mi psicoanalista la sesión de diez días atrás, ¿se titulan las sesiones de psicoanálisis? no lo creo pero creo empezaré a hacerlo, esta se llamó así porque al parecer todo el tiempo me la paso llorando como un bebé.


Esto de llorar ha adquirido una tonalidad muy distinta a la de los recientes meses, ahora lloro al estar feliz, conmovido, triste, emocionado, ansioso, perturbado, incluso lloro en este momento que estoy escribiendo esta entrada, cualquier cosa me induce fácilmente al llanto, una película, las canciones de Lana del Rey, el viento en mi cara cuando camino, ver el eclipse, recordar memorias, sentirme vivo. Margarita Posada lo anuncia peligrosamente en su libro, algo así como: "quiénes sobreviven a la depresión no vuelven a ser los mismos, en todo caso se vuelven más sensibles", me he convertido en mi madre, no me pesa, su sensibilidad es algo inspirador y haberlo heredado de ella no me entristece, al contrario, me hace sentir orgulloso, le he dicho a mi psicoanalista que, efectivamente, me he vuelto más sensible, el me pregunta ; ¿o eras así desde siempre y solo lo ocultabas?


Hoy cumplo dos semanas viviendo en Mérida, siendo Yucateco por decisión, mi vida ha cambiado demasiado, para empezar ahora camino, mucho (en exceso para mí), siete kilómetros en promedio diariamente, sin un objetivo previo y sin la necesidad de hacerlo, pero me gusta, a pesar del bochorno que hace que sude copiosamente, disfruto la seguridad de las calles, la amplitud de las mismas y el descubrir una nueva ciudad a pie, me parece enriquecedor además que me cueste, lo pago con cansancio y sudor, por mis propios medios y no del dinero.


Así he descubierto las "joyitas de la ciudad" según dice mi mejor amigo, o al menos las de las colonias que me quedan cerca en un radio de 3 kilómetros, no paso solo las noches en casa, siempre salgo, aunque sea por un helado delicioso de Fiorella a menos de medio kilómetro de mi casa, gracias a ellos descubrí el platillo típico de Xec, sus helados innovadores y creativos con sabores tradicionales pero curiosos, como a pan de muerto, powerade, palanqueta yucateca, arroz con leche, satisfacen mi paladar y me refrescan a inicios o al término de la caminata nocturna, después de probarlos hacen que los tradicionales helados Colón me parezcan aburridos, insípidos y sobrevalorados, me río al recordar que Fiorella se está volviendo mi punto de reunión para concretar a mis citas, algo parecido a como sucedía en Querétaro con cierto café en Álamos, ¡Ah! Qué tiempos aquellos.


No, no extraño Querétaro, lo único que extraño es su clima, que había menos insectos y por supuesto a mi familia, pero fuera de eso, indiscutiblemente me siento más acogido y bienvenido en esta ciudad que en la fría, aspiracional, aburrida e insípida ciudad llena de apariencias, si bien acá está el norte plagado de la misma sensación aspiracional de mostrar opulencia en medio de la decadencia, la zona donde he decidido vivir se salva por ahora de esa peste.


Extraño los frijoles de mamá, siguen siendo indiscutiblemente los mejores.


Mis salidas ahora son gastronómicamente fructíferas, aprendo algo nuevo y termino satisfecho, eso es difícil de conseguir con mis expectativas elevadas, si bien me he llevado algunas decepciones (no vayan jamás a Bottega, restaurante en decadencia, es wine bar - sin vino) en general la media Meridiense es grata y aprueba con creces, he disfrutado de tres cafés deliciosos en Márago, Manifiesto y Café Latte en Itzimná, pedir por uber eats comida yucateca, desayunar un pan de muerto espectacular en Amaza (increíblemente hecho con recado negro) y por supuesto más de diez visitas sin temor a equivocarme al restaurante Spasso en Hyatt Regency, además de su gastronomía italiana cien por ciento segura, contar con un Hyatt a unos pasos de mi casa es algo nuevo para mí y realmente me resulta invaluable la sensación de entrar por el lobby, platicar con buenos amigos, ser reconocido, apreciado y sobre todo "como en casa" , cuando me siento solo, voy a Hyatt.


En las mañanas me dedico a limpiar el cagadero de la depresión y de los últimos meses en los que estuve a punto de perder la batalla, el caos es impresionante y me llevará varios meses limpiarlo (puede ser que hasta más de un año), pero estoy agradecido por seguir vivo.


Hoy tuve un día productivo, me volví a sentir útil, generar dinero, dirigir, ser importante, esencial, dictar las estrategias, poner en movimiento las piezas de ajedrez, poco a poco vuelvo a recordar quien era.


Aunque creo que cada vez desconozco a mi pasado, o quizá tomo aquellos fragmentos que me gustan, que me resultan útiles para este momento de mi vida y los que no los desecho, así como alguna vez me tiraron a la basura, así hago lo mismo con aquellas piezas de mi pasado que me resultan asquerosas, aquellas que mi presente ya no reconoce o quizá que desde el inicio no fueron mías.


Así hoy, no se si antes o después de cocinar mi decente salmón en salsa verde, tiré a la basura unas fotos y de manera definitiva, presioné borrar en la papelera del celular, no hay retorno, supongo es mi forma de tirar a la basura a la misma persona que alguna vez lo hizo conmigo, sin embargo, no sentí odio, mi psicoanalista dice que jamás amé a esa persona, e incluso adrede (supongo) finge olvidar su nombre cada vez que hablamos de él, como si fuera desechable o no hubiera contribuido en nada a mi vida, supongo que es cierto, el ya no está y yo sigo vivo, levantándome de la muerte como dice mi querida Lana del Rey.


Delphine de Vigan me ha trastornado, tan solo terminar su libro lloré impetuosamente, sin poder parar, ya tenía varias semanas sin llorar así, de esa forma que le resultaría a alguien preocupante, alarmante, de esa forma en que me dirían: tranquilo .Quizá su libro "Las Lealtades" me recordó a las mías, aquellas que he traicionado y aquellas que decido olvidar o más bien reformular, aquellas que decido desechar o reconstruir, tal vez la escena de la protagonista bajándose del auto sin poder más con esa vida que no era suya me ha calado hasta la médula, o quizá me he identificado con Heléne, hay algo de mí, en cada uno de esos cuatro personajes construidos de manera efímera pero perfecta, hay algo que extraño y hay otras que detesto, hay cosas que anhelo pero sé que me hacen daño, hay verdades incómodas, dolor, tristeza y a la vez alegría, hay finales inconclusos.


Mi café hoy sabe bien y me voy a dormir con esa imagen, a flor de piel.


Mérida, Yucatán, 16 de octubre del 2023.



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