¿Cómo es la tuya mientras caminas en silencio contigo mismo?
No hablo de cuando llevas cantantes, música estruendosa o alguna voz en tus auriculares.
Me refiero a cuando estás solo, contigo mismo, enfrentándote al monstruo.
¿Es tu voz tranquila? ¿Te tranquiliza?
La mía es compleja, tiene poder, autonomía e independencia, es sumamente intensa, vehemente, apasionada y me lleva a lo más hondo de mi ser.
Me arrastra a las profundidades del abismo, de mi yo mismo, del verdadero Edwin.
A veces temo enfrentarme a esa voz y por eso me refugio en las graduaciones alcohólicas, sabores secos, a alcohol que me hagan olvidar quien soy y al monstruo que enfrento todos los días, algo que me relaje, una graduación que pueda conmigo.
¿Hay graduaciones que puedan conmigo ? ¿Me he graduado del dolor?
Para nada, el dolor es lo único que me acompaña, día a día, todo el tiempo.
Me pregunto; ¿Y a tí te acompaña el dolor, todas las noches al irte a dormir, después de lo que hiciste?
Me perdí hace tiempo, me perdí profundamente y poco a poco voy encontrando los residuos , las cenizas, lo que apesta y no puede levantarse, desecharlo y construyendo algo nuevo.
Pienso que apartarme del centro del país fue para encontrar la autonomía y que la lejanía, independencia y soberanía (aparente) de Yucatán fue lo que me atrajo para emanciparme e independizarme del monstruo, de lo alieneante del dolor mismo.
¿Cuándo se perdieron dos hombres para volverse bebés esponjosos?
Lo que quiero es lo que menos necesito.
Lo que añoro es lo que más daño me hace.
Lo que extraño es lo que menos puedo permitir.
Lo que me excita es lo que más me destroza.
Y aún así, lo lloro.
100 rpm, ¿Así es como se altera al alma, con cien revoluciones por minuto?
¿Recordando el pasado, los tiempos oscuros pintados de dorado?
De esa pintura que no resiste al agua y que al primer intento, se desbarata.
¿Estoy acaso pintando mi nueva vida de colores castaños, con olores a madera a concreto?
¿Es por eso el motivo que busqué materiales sólidos, verdaderos en mi nueva casa?
Nada de imitaciones, nada de mentiras.
¿Atrapas a la mariposa de la felicidad bailando?
¿Recuerdas esas noches donde solo éramos nosotros?
¿En el cine de tu abuelo?
¿Enfrente de la roca en Vallarta?
¿Regresando cansados y metiéndonos a la tina en Cancún?
Me pregunto yo también si el final doloroso es suficiente para justificar el dolor mismo, si con un final inconcluso lleno de dolor se puede cerrar y valorar meses, momentos, un pensamiento, una vida de incontable felicidad.
O de aparente felicidad.
O de al menos intentarlo.
Hoy recuerdo en esas noches de locura, en esas noches de dolor, de inmensa tristeza, de inefable desesperanza, de cuando creí que no lo lograba, cuando Eduardo me mandó ese poema, que reza algo así "y al final agradezco a la vida por no haberme matado porqué no te hubiera conocido a tí"
Me gustaría conocerte y no estar solo con la voz.
A la deriva, en el dolor.
Alejado de todos y de todo.
Solo.
Mérida, Yucatán, 4 de noviembre del 2023.
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