Retorno.

He traído de vuelta este espacio de reflexión.

Y es curioso, porque en medio de tanta acción le he quitado espacio a la reflexión, y creo que es normal. Grandes etapas de cambio van acompañadas por muchos tirones de la acción, una tras otra, porque, ¿quiénes somos si no accionamos, si no decidimos?

Ahora vivo con R en el estado en el que nací, pero —afortunadamente— no en los mismos lugares por donde crecí. Ahora habitamos en un cerro, y desde las ventanas de mi departamento puedo ver una especie de mirador —que ahora se encuentra bastante abandonado, con la hierba crecida y con arácnidos acechando— que en mi pasado era bastante frecuentado por mí, en etapas turbulentas o fogosas, tanto para liberar pulsiones carnales como para decidir si liberar otro tipo de pulsiones, más decisivas, más tormentosas.

Me ha costado retornar, y no hablo de dinero, de ese significante. He aprendido que está creado para ser despojado, perdido; la clave es saber dónde y cuándo, y sobre todo por qué perder.

Me ha costado enfrentar mi destino; y aunque este concepto, como buen psicoanalista en formación, sé que no existe, me referiré a él como las ideas que siempre se han construido sobre mí, sobre mi futuro, mis logros y la persona que todos creen que soy. Creo que, al retornar a este semidesierto, las personas han esperado encontrar un personaje en específico, y ese personaje no existe más; por lo que habrá una larga lucha de pulsiones, duelos y de acomodos, en lo que me permito acomodarme y los demás se acomodan también en esta nueva realidad.

Añoro y veo con tristeza ciertos tiempos que se fueron para no volver. Debo acostumbrarme a ello, porque la nostalgia y la melancolía son parte de mí, y en vez de ahuyentarlos los abrazo; y cuando llegan simplemente me rindo ante ellos. Al final se van, ya nada pueden hacerme.

Pero también, con más ímpetu, me llegan fuerzas: quiero seguirme moviendo, quiero controlar mi futuro y quiero dejar de ser el esclavo. Deseo mucho, y poco es material. Quiero construir una nueva vida con R, una no de postal, cargada de significante y realidad.

Creo que, poco a poco, me convierto en el Rival.

Querétaro, Querétaro, 19 de septiembre del 2025.