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Foto del escritorEdwin CQ

Pasado

-Te gusta el pasado.

Creo que pude olerla antes de escuchar sus palabras, la inconfundible fragancia como la vela que compré, quizá para no olvidarla y recordarla siempre, ese aroma aterciopelado, a piel, madera recién cortada y un toque de alcohol, (Brandy o Whisky posiblemente), pude olfatearla antes siquiera de escuchar la puerta cerrarse detrás de mi y saludarme, un abrazo y un beso, no son necesarias más formalidades, han transcurrido tan solo tres meses desde la última vez que nos vimos y para mí parece que pasaron tres años.

-No sé si me gusta el pasado, pero me sigue atrayendo como si hubiera algo más por desenterrar, algo que se me hubiera olvidado, un detalle que no hubiera visto o alguna posibilidad infinita por aquí escondida.- Le respondí.

-¿Lo familiar?.- Me dijo mientras se sentaba enfrente de mi, mirando de reojo a la ventana.

-Estas vistas son familiares, las tuve diario por ocho años, fueron mi victoria, ascenso, descenso, tormenta, calvario y regocijo, me siento como si estuviera destinado a vivir siempre con estas vistas de testigo.

Ella dudó un poco antes de continuar, como siempre, pensando.

-¿Las extrañas?

Y aquí me hizo dudar a mi, ¿Extrañar qué exactamente?

-Extraño a veces el pasado, el pasado del todopoderoso, de la adrenalina que se sentía en mis venas cuando adquiría placebos que alentaban a mi ego y me hacían sentir victorioso, triunfante y catatónico, extraño el Edwin del pasado, el que se sentía motivado con estas vistas, el que tenía paz en casa, el que tenía amor.

Ella se acomodó en la silla, cruzó los pies y se me quedó viendo con su mirada fija, penetrante, siempre me hacía sentir incómodo.

Silencio, pero estamos acostumbrados a eso, muchas veces nuestras conversaciones discurrían en medio de silencios, algunos más incómodos que otros, algunos placenteros, otros necesarios, en esta ocasión ella lo rompió de forma brusca como todas sus intervenciones.

-Te he estado leyendo.

-Lo sé.

-Me gustan los textos, son lindos.

¿Lindos? No era exactamente lo que muchos me habían dicho, es más, normalmente los catalogaban de despiadados, crudos, agresivos, fríos y terribles, fuertes de leer, no entendí a que se refería con lindos pero al parecer mis emociones se mostraban transparentes en mi rostro porque ella respondió mi interrogante antes de formularla.

-Sí, bueno, no es que sean cuentos infantiles con el héroe triunfando, me refiero a que me gusta el resultado que van adquiriendo.

-¿Y ese cuál es?

-Dime tú.

No había mucho que reflexionar para responder:

-Supongo estoy haciendo las paces conmigo mismo y despintando el personaje malvado y desgraciado que tenía metido en mi mente, al igual que estoy construyendo mis propias ideas y dejando de lado aquellas que no sirven, o eso creo, sublimar ha sido una de las experiencias más fructíferas que se me han ocurrido, al igual que escribir el libro.

Ella asintió, pero inconforme.

-¿Entonces para qué necesitas el pasado?- y ella continuó- no queda nada aquí para ti Edwin, como la NADA a la que te has enfrentado, pero esta es peor, porque es dañina, ponzoñosa, tóxica, cada vez que te aferras al pasado, pierdes tiempo y posibilidades de algo más.

-Me es difícil abandonar el pasado, soy coleccionador de recuerdos como Camus lo decía.

-Bueno pues es momento que seas un verdadero Don Juan, así como Camus también lo menciona.

Silencio.

-Has engordado y te has vuelto más culto.

-¿Ambos son halagos?

-No - respondió ella- estoy solo diciendo las cosas que veo, así tal cual señalando los hechos, me gustaría poder decir también; has olvidado. ¿Por qué es tan difícil?

-Es complicado, requiere voluntad y no sé si quiero olvidar.

Ella se quedó viéndome, una vez más con esos ojos oscuros penetrantes que parecían rascar en lo más hondo de mis pensamientos.

- Sigues aquí ¿O no? Eso se llama voluntad, voluntad de seguir vivo, de construir y reconstruir tu imperio, voluntad de escribir un libro , me vas a decir que; ¿no tienes la voluntad de olvidar?

Me quedé callado, supongo que era una pregunta retórica, así fraseado con tanta sencillez, resultaba fácil y pueda ser que efectivamente si lo sea.

-Hay algo más, Ed.

Ahora fui yo el que la escrutó con mis ojos y vi ¿tristeza?

-Me pesa que te hayas ido y me ha costado adaptarme, este imperio era nuestro sueño y ya que no es tuyo ¿qué me queda a mi? Estos últimos meses fueron difíciles y divertidos, estuve a tu lado y cuando me abandonaste me pesó...

-No los abandoné- la interrumpí.

-Si lo hiciste pero no es reclamo, estoy orgullosa de que finalmente lo hayas hecho, nos has dejado a todos después de que todos te han dejado, creo que esa es la verdadera respuesta.

Y sí, lo era.

-He tomado la decisión de irme, así que esta es la despedida, no me gusta, pero es lo que mereces y sobre todo lo que nos merecemos, otros no te han dado lo que mereces pero yo si, después de tanto.

Lo que te corresponde por derecho, diría la bruja que vi en Mérida.

Y así nos abrazamos, una última vez, pude sentir sus lágrimas, cálidas y cristalinas, suyas, mías y nuestras.

-¿Te volveré a ver?- le pregunté con ella en la puerta a punto de irse.

Volteó y me dedicó una última mirada que lo decía todo "tu sabes la respuesta", sé que le costó mucho cerrar la puerta e irse.

Me quedé unos minutos más viendo un último atardecer desde las alturas, con colores queretanos, uno de tantos que me habían tocado, primero en un piso 8, luego en un 4, muchos años en un 7, casi dos años en un 21 y por último hoy en un 16, ya estoy acostumbrado pero mientras cae el sol una vez más y una canción suena en mis auriculares siento las lágrimas inconfundibles, no las escondo y las dejo fluir, así como dejo fluir los recuerdos y me concentro en mi voluntad, la voluntad de olvidar.



Edwin CQ. Querétaro, Qro, a 29 de diciembre del 2023.

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